El balotaje chileno
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Por Roberto Ángel Salcedo
Más de 15 millones de chilenos han sido convocados a un balotaje electoral el domingo 19 de diciembre para escoger al presidente que habrá de dirigir ese país suramericano en el período comprendido 2022-2026; este proceso de elección ha estado marcado por las profundas diferencias ideológicas entre sus dos candidatos. De un lado, José Antonio Kast, político conservador, ultraderechista y por el otro, Gabriel Boric, izquierdista, vinculado a los sectores comunistas de la sociedad chilena.
Ante este escenario de tensión política, las inquietudes que surgen son múltiples, ¿qué ocurrió en Chile para llegar a este nivel de radicalización?, ¿se comportó el gobierno del presidente Sebastián Piñera a la altura de las circunstancias en el manejo de la economía, en la crisis derivada de la pandemia?, ¿cuáles serían los principales retos para el nuevo presidente? Para comprender con mayor claridad los factores que inciden en estas inquietudes, legitimas por demás, que tienen los chilenos ante el presente y el futuro del país, analicemos la situación económica, social y política del país más avanzado de América del Sur en las últimas décadas.
Después de la salida de Pinochet en 1990, la sociedad chilena entró en un proceso de transición y avance en materia institucional, la llamada “Concertación de partidos por la Democracia” gobernó el país por cuatro periodos constitucionales consecutivos, Patricio Aylwin (1990-1994), Eduardo Frei (1994-2000), Ricardo Lagos (2000-2006), y Michelle Bachelet (2006-2010) y en un segundo mandato (2014-2018). En la década de los años 90, la economía chilena creció un promedio de 7,1% anual, cifras que han resultado difíciles de replicar en el pasado reciente.
El primer gobierno de “concertación”, tras la vuelta de la democracia, introdujo reformas para potenciar la macroeconomía, esto se combinó con el clima de confianza hacia la inversión privada, logrando aumentos consistentes desde 1991 a 1998, impactando en el aumento del empleo y en el aumento a la capacidad de compra de la población; el salario mínimo aumentó en un 63% en el mismo periodo de tiempo. Hubo reducción de pobreza del 45% en 1987, a solo un 22% en 1998.
La década del 2000 aunque con menos aceleración y dinamismo que la anterior, con variaciones en sus políticas económicas, sufriendo las consecuencias de la volatilidad de los mercados, le permitió a la sociedad chilena continuar su espiral de crecimiento económico, así como el desarrollo humano; la estabilidad social y política les acompañó por más de dos décadas consecutivas.
Sebastián Piñera y las protestas
Desde marzo de 2018, Sebastián Piñera agota su segundo mandato presidencial, este nuevo cuatrienio inició con una correcta política económica —a consideración de los principales agentes económicos chilenos— logrando un crecimiento en el orden del 4%. Empero, una serie de medidas que procuraban nuevos ajustes económicos, entre los cuales estaba la tarifa del metro, desencadenaron, en octubre de 2019, lo que se denominó el “Estallido Social”. Estas masivas manifestaciones y disturbios originados en Santiago, propagados a todas las regiones de Chile y protagonizados por miles de estudiantes, comenzaron a generar evasiones masivas en el pago del transporte público; conforme y avanzaron los días, las protestas se transformaron en saqueos y disturbios en gran parte del territorio y esta escalada desestabilizadora terminó cesando las operaciones del Metro de Santiago y otros sistemas de transporte público, y llevó al gobierno del presidente Piñera a establecer un estado de emergencia y un posterior toque de queda en todo el país.
Estos eventos impactaron contundentemente en el desenvolvimiento económico de Chile, el decrecimiento del PIB en 2019 fue del 2.5%, las pérdidas de empleos sobrepasaron las 300 mil y lo más lamentable de este turbio panorama social fueron las pérdidas humanas: entre octubre de 2019 y marzo de 2020, 34 personas se reportaron oficialmente como fallecidas producto de las manifestaciones, de las cuales, 15 fueron encontrados en lugares siniestrados, 14 corresponden a muertes en lugares incendiados.
Todo este escenario descrito, sumado a la posterior llegada de la pandemia han llenado de complejidad el horizonte chileno de cara a su nueva cita con las urnas.
Dos extremos
La actual situación política electoral que vive Chile, le ha llevado a escoger entre los extremos; una de sus opciones es José Antonio Kast, de 55 años, de descendencia alemana, su padre fue militante del Partido Nazi, su hermano Miguel Kast fue ministro de estado en el gobierno de Augusto Pinochet. Varios analistas, académicos y medios de comunicación lo han catalogado de ultraconservador; ha sido acusado de homofobia. Contra sus posiciones más radicales, están su oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo, su rechazo al aborto, así como sus posturas nacionalistas, por ello, ha recibido múltiples críticas, siendo señalado de fascista.
La otra opción electoral es Gabriel Boric, de descendencia croata, de 35 años de edad, fue presidente de la Federación de Estudiantes en el período 2011-2012, su padre fue militante del Partido Demócrata Cristiano y de ahí iniciaron sus inquietudes por la política; en la actualidad es diputado. Sus posturas fundamentales van en contraposición a las planteadas por Kast. A pesar del escepticismo creado a inicios del proceso electoral alrededor de su corta edad e inexperiencia, los movimientos sociales de izquierda, han ido cohesionándose en torno a su candidatura. Sus adversarios le han acusado de ser un admirador del extinto Hugo Chávez y han señalado el riesgo que implicaría convertirlo en presidente, por aquello de replicar modelos fallidos como los de Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Chile como gran referente de institucionalidad y desarrollo de toda la región, llega a una de las jornadas más trascendentes de su historia contemporánea, el resultado marcará una nueva etapa en su vida democrática. El plazo para el balotaje chileno, indefectiblemente, se cumplirá el domingo 19, el cambio de rumbo será inminente.