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Dicen por ahí que los políticos siempre prometen la luna y las estrellas, pero la alcaldesa Carolina Mejía decidió dejar de mirar al cielo y poner los pies en la tierra… ¡y qué bien lo ha hecho!

Esta mujer sacó la Alcaldía del Distrito Nacional del edificio y la trasladó directo al corazón del pueblo.

Es como si en lugar de un despacho, su oficina fuera el parque, el mercado y hasta el colmado de la esquina.

Desde que llegó, la capital se siente más limpia, más ordenada y, ¿por qué no decirlo?, con más flow.

Es como si tuviera un toque mágico que convierte los problemas en soluciones y las quejas en aplausos. ¿Y cómo lo hace? Fácil, con trabajo, dedicación y, por supuesto, ese carisma que parece venir en su ADN.

No es que los alcaldes anteriores no hayan hecho cosas buenas, pero lo de Carolina es otro nivel.

Ella no promete, ella cumple. Si fuera una superheroína, su superpoder sería conectar con la gente, porque donde pone un pie, deja una huella de esperanza (y a veces, hasta una nueva cancha o un parque remodelado).

Y lo mejor de todo es que lo hace con una sonrisa, con empatía y con la firmeza de quien sabe que gobernar no es mandar, sino servir.

¡Bravo, Carolina! ¡Así es que se hace!

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