Envejecer es un desafío en República Dominicana
Getting your Trinity Audio player ready...
|
Envejecer en República Dominicana se ha convertido en un verdadero desafío. Más allá de las pensiones insuficientes, que pierden valor ante una inflación persistente, los adultos mayores enfrentan un entorno cada vez más hostil: desprotección de las ARS, exclusión de medicamentos esenciales, una sociedad ruidosa e impaciente y, sobre todo, una infraestructura urbana que los margina en lugar de incluirlos.
Nuestros envejecientes —personas que han entregado años de trabajo, experiencia y valores— enfrentan diariamente el irrespeto de una juventud que no cede el paso y que, incluso, acelera sus vehículos al ver a un adulto mayor cruzar la calle, mientras gritan sin pudor frases como: “¡Viejo del díaaa, quítese del medio!”
Las aceras, en vez de ser espacios seguros para caminar, se han convertido en pistas de obstáculos: ocupadas por vehículos, negocios formales e informales, rampas improvisadas, marquesinas, escalones ilegales y escombros de reparaciones improvisadas. Todo esto constituye un atentado contra el derecho a circular con dignidad.
Y nos preguntamos:
- ¿Dónde están nuestras alcaldías?
- ¿Quién regula las invasiones y destrucciones de las aceras?
- ¿Quién autoriza los escalones que ocupan el espacio público?
- ¿Quién fiscaliza las rampas que violentan la libre movilidad del peatón?
- ¿Qué hace la DIGESETT?
La Ley 63-17 de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial es clara respecto a la ocupación indebida de las aceras. Sin embargo, en la práctica, muchos agentes ignoran los vehículos estacionados sobre ellas, normalizando una violación flagrante y peligrosa.
Ante este panorama sombrío, no basta con lamentarnos. Debemos actuar. Es responsabilidad de nuestras autoridades —municipales y nacionales— diseñar, ejecutar y supervisar políticas públicas inclusivas que garanticen una vejez digna, accesible y segura.
Es cierto que contamos con el Consejo Nacional de la Persona Envejeciente (CONAPE) y que este organismo recibió para el año 2025 un presupuesto superior a RD$1,932 millones, incluyendo un adicional de RD$30.6 millones destinados a medicamentos. Pero, ¿es suficiente? Las condiciones reales en que vive la mayoría de nuestros adultos mayores demuestran que ese presupuesto no se traduce en calidad de vida.
Caminar por nuestras ciudades se ha vuelto una competencia olímpica: largas pistas de obstáculos enfrentadas por personas con movilidad limitada, sin semáforos peatonales, sin barandas, sin respeto y sin apoyo comunitario. Muchos simplemente renuncian a salir de sus casas, condenados al encierro hasta que llegue la inevitable partida.
Envejecer no debería ser una carga ni un castigo. Debería ser un derecho asistido con dignidad, reconocimiento y respeto.
Hoy más que nunca, urge construir una ciudad humana. Una ciudad que piense en sus adultos mayores.
Llamamos a las alcaldías, a la DIGESETT y a toda la ciudadanía a tomar conciencia. Si no por compasión, por simple lógica: todos, sin excepción, vamos en camino a envejecer. ¿Qué sociedad estamos construyendo para cuando nos toque?