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Cada día que pasa nos damos cuenta del gran valor humano, ético y profesional del diputado Luis Alberto.

Aunque para mí el verdadero valor humano de una persona no se encuentra en su inteligencia, ni en sus talentos, ni en sus habilidades.

El auténtico valor de una persona, el más valioso, el que es exclusivo, inconfundible, es esa capacidad tremendamente generosa de situarse en el lugar del otro y de olvidarse de uno mismo.

Creo que esa cualidad, que es tan escasa en la actualidad, es la que más valor tiene.

Recuerdo que el legislador acudió al Instituto Tecnológico Fabio Amable Mota, a participar en un acto en honor a la bandera, invitado por la directora del centro Noris Mejía.

Después de finalizar el acto, Luis Alberto aprovechó la ocasión para orientar a los estudiantes a no abandonar de ninguna manera sus estudios, a nunca abandonar sus sueños, a pesar de las dificultades.

Además para escuchar a cada uno de ellos sobre las necesidades del centro.

De inmediato, el diputado se comprometió ante los profesores y estudiantes del centro a convertirse en un embajador del centro y buscar soluciones a cada una de las necesidades que afectan el buen funcionamiento del Instituto Tecnológico Fabio Amable Mota.

Iniciativas como estas pasan de forma desapercibida, pero era tan grande la satisfacción y la alegría de esos jóvenes estudiantes después de ser escuchado por una autoridad, que me conllevaron a escribir sobre esto.

La escucha y el habla hacen parte del proceso dialógico del aprendizaje, no existe educación sin diálogo.

En la escuela y la vida cotidiana, los estudiantes se ven enfrentados con situaciones que les exigen utilizar sus competencias comunicativas para lograr integrarse a una sociedad que grita, vocifera, pero que no le enseña a sus ciudadanos a valorar y encontrar en lo dicho por los demás, elementos que permitan construir sobre lo construido y, generar lazos y fluidez en la comunicación con los otros.

Escuchar es la experiencia más importante, si prestamos atención a lo que dicen nuestros estudiantes, lograremos identificar sus metas y objetivos.

Por eso quiero saludar esa valiosa iniciativa del diputado Luis Alberto Tejeda de asistir a las escuelas a escuchar sus estudiantes.

Los buenos comunicadores son aquellos que saben escuchar a los demás, no los que más hablan. Son los que tienen la humildad suficiente como para saber que, si escuchan atentamente, siempre tienen algo nuevo que aprender.

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