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Escrito por: Dahiana Méndez

Es muy probable que el título de este artículo, de forma inmediata, origine en los lectores diversos cuestionamientos y esa es la intención, abrir un espacio de análisis crítico y estratégico,  en donde queden expuestos escenarios políticos actuales.

Es propicio plantear que, el simple hecho de votar no vuelve a un país o gobierno democrático.

Por consiguiente, un sistema democrático debe caracterizarse por la participación de todos los ciudadanos, con sus distintas ideas, necesidades y entornos.

Paralelo a esto, es necesario que los entes representativos tengan una asistencia y actitud de escucha continua, con quienes más que electores, son ciudadanos dignos de oportunidades y desarrollo colectivo. Como bien comenta el politólogo Robert Dahl “La democracia a gran escala debe contar con cargos públicos electos, elecciones imparciales, libertad de expresión, fuentes alternativas de información, autonomía de las asociaciones y ciudadanía inclusiva”.

También se hace oportuno resaltar el informe de Democracy Index de The Economist (2020); en una proyección del mundo plasma que solo existen 23 países que viven en democracias plenas, mientras que hay 57 democracias imperfectas, 35 sistemas híbridos y 57 regímenes autoritarios.

A su vez, es de gran interés mencionar que la pandemia causó gran impacto en los sistemas democráticos; evidenciado en la forma en que múltiples gobiernos realizaron limitaciones sociales con la justificación de impedir la propagación de la COVID-19.

Dentro del análisis, “ciudadanos” no debe ser una palabra que salga a relucir únicamente en época de elecciones. La democracia debe dejar de verse como una simple herramienta de medición de fuerzas, en donde quien obtiene más votos gana.

En cambio, visualizar un sistema de gobierno distinto es buscar soluciones reales a problemas determinados, identificando las problemáticas y creando políticas públicas que se adapten a las necesidades sectoriales.

En suma, la verdadera democracia está acompañada de acciones reales que permitan la participación activa de ciudadano/as y la garantía de acceso a servicios públicos de calidad. Queridos lectores, la democracia no termina en las urnas.

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