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Literalmente, blackout significa un apagón eléctrico general. Esta palabra transmite una sensación de angustia, oscuridad y paralización de los servicios, así como la percepción de daños y caos.

Y a propósito del blackout ocurrido el pasado 11 de noviembre de 2025, el país sufrió uno de los peores apagones de su historia.

Este evento generó angustia, desesperación y temor, ya que no solo se produjo la paralización del sistema eléctrico nacional, sino también la suspensión de servicios esenciales como el Metro y el Teleférico, dejando a ciudadanos atrapados y varados en su interior.

El comercio, por su parte, reportó pérdidas millonarias debido a la falta de suministro eléctrico. Así se vive hoy la Navidad en nuestro país.

Tal como aquel 11 de noviembre, el país y sus ciudadanos se encuentran arropados por sombras de angustia en estas Navidades, sin saber con certeza qué podrán cenar el 24 de diciembre junto a sus familiares. Resulta casi imposible celebrar las fiestas; incluso, como señala una parodia que circula recientemente, “de tan mala que está la situación, cenaremos arroz con habichuelas”. Estamos viviendo la peor Navidad de nuestros tiempos: una Navidad apagada, sin luces, sin brillo y, peor aún, sin dinero.

Esta Navidad llega cargada de grandes desafíos: un marcado deterioro del sector eléctrico y un incremento en el costo de la canasta básica que supera los 26 mil pesos, monto que sobrepasa con creces los ingresos de la mayoría de los ciudadanos, limitando severamente su poder adquisitivo.

Al cierre de este año, el país también enfrenta un aumento incontrolable de la criminalidad y la delincuencia. Los planes implementados no han dado la talla y, a todas luces, la seguridad ciudadana se le ha ido de las manos al gobierno del PRM, convirtiendo a muchos dominicanos en prisioneros dentro de sus propias casas, por temor a ser asaltados o, peor aún, a perder la vida de un ser querido a manos de la delincuencia.

Y qué decir del cierre del año marcado por lo que muchos consideran la mayor estafa de la historia, afectando directamente la salud del pueblo dominicano con el desfalco de más de 15 mil millones de pesos en el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa), la aseguradora estatal.

Recursos que, en lugar de ser administrados para garantizar el bienestar de la población, habrían sido utilizados por desaprensivos que priorizaron sus bolsillos por encima de la salud del pueblo.

El país está de luto. Aún no logra recuperarse, y será difícil hacerlo cuando todavía restan 36 meses, días y horas de un gobierno que muchos consideran inexperto, marcado por improvisaciones que han llevado al país al borde del colapso.

Entramos a un nuevo año con la angustia de que los servicios públicos, hoy en estado crítico, puedan al menos estabilizarse y pasar a una etapa de recuperación, algo que muchos dudan que ocurra.

Pedimos a Dios Todopoderoso que ilumine a nuestro pueblo, que nos conceda sabiduría y que, como dice la Palabra, cuando el necio gobierna trae desconsuelo y angustia a su gente, tal como ocurre en la actualidad. Conservamos la esperanza de que el hombre sabio retorne a dirigir los destinos de nuestro país, para que la nación vuelva a sonreír, recupere el bienestar y pueda, finalmente, ver nuevamente la luz radiante.

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