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El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, pidió a los socios de su país este jueves, al clausurar la segunda Cumbre por la Democracia, que afronten los problemas internos como la corrupción y que no los escondan «debajo de la alfombra».

«Esto es lo que distingue a las democracias: nuestra voluntad de enfrentar los desafíos abiertamente y de manera transparente, reconociendo nuestras deficiencias para no esconderlas debajo de la alfombra ni fingir que no existen», declaró.

Blinken puso así punto y final a la segunda edición de la Cumbre para la Democracia, un foro lanzado en 2021 por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y que ha reunido durante tres días de forma virtual a decenas de aliados de Washington.

El jefe de la diplomacia estadounidense dijo que el objetivo de esta cumbre es que los países democráticos «se miren a sí mismos» e identifiquen sus retos para «trabajar mejor para la gente».

«No creemos tener todas las soluciones, pero sí sabemos que cuando las democracias estamos juntas, nos hacemos más fuertes», reivindicó el secretario de Estado.

Blinken puso como ejemplo el lanzamiento de un grupo de 76 países para compartir estrategias del combate a la corrupción, frenar el lavado de dinero y acabar con las empresas fachada.

«Nuestra lucha compartida contra la corrupción es un poderoso ejemplo de por qué necesitamos trabajar juntos», reiteró.

Según el titular de Exteriores, desde la primera Cumbre para la Democracia de 2021 se han adquirido cerca de 700 compromisos para fortalecer las instituciones democráticas.

Citó políticas anticorrupción emprendidas en Ecuador, República Dominicana y Australia; iniciativas para proteger la libertad de prensa en Francia, Eslovaquia, Nueva Zelanda y Estados Unidos; las reformas judiciales en Albania y Angola; y el matrimonio igualitario en Taiwán, entre otras.

«Estos compromisos son importantes. Están cambiando la vida a millones de personas», remarcó.

Durante la sesión del miércoles, Biden declaró que defender la democracia es el «gran desafío» de esta era y anunció una inversión de 690 millones de dólares en un programa para fortalecer los sistemas democráticos en el mundo.

El evento, en el que participaron más de 80 líderes, ha sido criticado por algunos activistas y defensores de derechos humanos que denuncian la invitación a Gobiernos con retrocesos democráticos como el de la India, Polonia o Israel.

Una de las intervenciones más destacadas fue la del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien expresó confianza en poder llegar a un «consenso nacional» sobre su reforma judicial, muy criticada por la oposición y por Washington por erosionar la separación de poderes.

El portavoz adjunto del Departamento de Estado, Vedant Patel, defendió este jueves en rueda de prensa que todos los países invitados a la Cumbre para la Democracia «comparten el deseo de que haya rendición de cuentas y una gobernanza transparente».

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