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Por: Jonathan De Oleo Ramos

En República Dominicana, como otros países del mundo, aun no hemos entendido que los grandes hombres y mujeres, los que se han destacado y han aportado a la patria desde diferentes espacios, los filántropos, los artistas comprometidos, los que han entregado su vida entera por una causa en la que creen.

Esos son, a los que la sociedad tiene el deber y la obligación junto a sus instituciones de reconocer en vida, para que disfruten sus galardones. Yo particularmente no creo mucho en homenajes póstumos, como los que generalmente se hacen en nuestro país.

Me permito hacer esta petición, primero como dominicano, como originario de San Francisco de Macorís, locutor y comunicador y como alumno examinado hace unos años para ser locutor por una mujer extraordinaria, que ha trascendido en el tiempo, dejando un legado a las generaciones.

La Asociación de Cronistas de Artes (ACROARTE), es una de esas instituciones de las que el país en ocasiones no recibe los resultados que espera de ella, cada año con los reconocimientos a la clase artística nacional en sus diferentes renglones y con sus esplendidos espectáculos, que ponen al publico a disfrutar en familia desde sus hogares, creando un toque de queda o como se decimos: una sola televisión.

Ellos, los miembros de esa prestigiosa institución con sus luces y sus sombras, son los jueces que cada año nominan y premian a los destacados, de acuerdo a sus reglamentos y requisitos.

El gran soberano, es el reconocimiento de los reconocimientos para la clase artística dominicana. Llegar ahí, significa mucho y detrás del mismo se puede buscar toda una historia, entrega, dedicación, sacrificio, tesón y años de trabajo.

Con todas estas características cumple y se queda corta, una gran mujer, que es orgullo para todos y todas, María Cristina Camilo, Maita.

Conozcamos un poco de su vida

Nació un 25 de diciembre del años 1918 en San Francisco de Macorís. Primera locutora y primer rostro femenino en la televisión dominicana y tercera en América Latina. La centenaria profesional de la comunicación estudió locución, arte dramático, actuación, piano, enfermería, ejerciendo por más de 15 años.

María Cristina Camilo, no conoció a su madre María Antonia Rodríguez, porque murió cuando era muy pequeña. Su padre se llamaba, Basilio Camilo Pantaleón.

Ella cuenta que la crió una tía que llevaba el mismo nombre de su papá, Basilia Camilo Pantaleón y su tía, junto a esposo Bartolo Amarante, con 20 años de casados, no tuvieron hijos y le dieron mucho amor.

La llevaron a la escuela Inmaculada Concepción, y allí con las monjas aprendió a hablar, y gracias a ellas luego se hizo locutora.

En su juventud, María Cristina Camilo, estudió enfermería y trabajó por casi doce años, en la clínica del Doctor Antonio Guzmán, donde ganaba 20 pesos mensuales.

María Cristina, quien tuvo que casarse muy joven, concibiendo a su único hijo Danilo González, fruto del matrimonio con el señor José Francisco González Disla.

La Voz Dominicana

Luego decidió mudarse a Santo Domingo en 1949 para mejorar su suerte. Atrevida, como toda pionera, María Cristina, recién llegada a la capital dominicana, se presentó a La Voz del Yuna luego de que escuchara, en voz de un reputado locutor, el fallecido Ramón Rivera Batista, un anuncio de que la emisora necesitaba contratar cinco locutores con títulos de bachiller y correcta dicción.

Con ella se inició lo que en esa época era un fenómeno en la comunicación en el año 1952, por ser la primera locutora nacional en hablar por La Voz Dominicana, la tercera en América.

Dejó inaugurada de la televisión criolla con el programa Romance Campesino, con Macario y Felipa (Toña Colón, y Luis Mercedes Miches).

Y del cual formarían también parte María Rosa Almánzar, Julio César Matías (Pololo), Aurea Juliao y Julio Aníbal Sánchez.

Origen

La Escuela Héctor J. Díaz, de la antigua Voz Dominicana, emitió su carné número uno a María Cristina, quien debutó como presentadora en el primer programa difundido por la recién inaugurada era el primero de agosto de 1952 Voz Dominicana canal 4.

Su primera tarea ante las cámaras fue presentar el programa Romance Campesino, en vivo y directo.

El espacio tenía como protagonistas a dos personajes que hicieron historia en la televisión criolla: Felipa y Macario, encarnados por la actriz Toña Colón y el actor Luis Mercedes Miches.

Tras su debut, María Cristina siguió con otras tareas, incluyendo la lectura de comerciales, con su voz en off.

El día que la recibió, Petán Trujillo le preguntó, extrañado: ¿Muchacha, qué tú haces aquí? y ella le respondió contándole su aspiración de trabajar como locutora. Entonces él le inquirió si ella era locutora. María Cristina le dijo que no, pero le precisó que tenía condiciones para trabajar en la radio y le solicitó una audición.

Encontró la oportunidad. Trujillo la mandó ante el jefe de grabaciones de la planta, Francisco Montelli, quien, junto al señor Pedro Piña, grabó su voz y luego le recomendaron irse a su casa.

“De regreso a la casa donde estaba viviendo, ni siquiera llegué a quitarme la ropa cuando me dijeron que Petán Trujillo me había mandado a buscar en un jeep de la empresa para que fuera nuevamente a la emisora”, contó. Y dijo que regresó rápidamente a la Voz del Yuna, donde se le informó que estaba nombrada como locutora con un sueldo de 75 pesos. “Me quise volver loca de alegría, porque apenas ganaba 20 pesos como enfermera. Ese dinero era una fortuna en esa época”, refirió.

Cree que el visto bueno para su contratación lo dio el propio Trujillo, porque dice a él y a Abraham Santamaría, director general de la emisora, eran las personas a quienes se llevaban todas las grabaciones. “A los quince días de estar trabajando, mi sueldo fue aumentado a 100 pesos, que era un dineral”, dijo.

El mismo día en que se inició como locutora, en 1952, La Voz del Yuna fue rebautizada como La Voz Dominicana y posteriormente se la denominó Radio Televisión Dominicana, su nombre actual.

“Como yo tenía esas condiciones (para ser locutora), porque las monjitas de la Inmaculada Concepción me habían enseñado a hablar correctamente y, además, tenía dos títulos de bachiller, uno en Ciencias Naturales y otro en Filosofía y Letras, de inmediato pensé que podía obtener ese empleo”, fue la reflexión que hizo María Cristina cuando escuchó el anuncio en la voz de Rivera Batista. Y no se equivocó.

María Cristina Camilo

Fue condecorada con la orden de Duarte, Sánchez y Mella por el extinto presidente Joaquín Balaguer, 1977.

Recibió el primer Gran Micrófono de Oro dado en el país en 1991 y ha recibido dos estatuillas Casandra.

En una entrevista realizada en junio del año 2019 en el programa “Esta noche Mariasela” reveló su edad y todo lo que ha vivido en el transcurso de ella: “Yo le digo a mis nietos y mis bisnietos que he visto tantas cosas y cómo se ha transformado la vida del dominicano.

En mi época al teléfono se le daba a una manigueta, se cogía un audífono y se llamaba a una central operadora que te comunicaba con la persona que tú querías hablar. Hoy tú tienes un teléfono pequeñito que te comunica con el mundo entero”, recordó en la entrevista.

Dijo que usa los teléfonos móviles actuales, pero para llamar y recibir llamadas, y que su dolencia actual es la poca visión.

En el 2019 María Cristina Camilo informó que obtuvo cuatro reconocimientos en la ciudad de Miami, entre ellos el del Círculo de Locutores de esa ciudad y como huésped distinguida. De los medios de comunicación actuales lamenta el uso de palabras descompuestas y la facilidad de ofender a otras personas.

Como escribió Yissus Taveras el lunes 11 de marzo 2019 en el periódico El Nuevo Diario, solicitando para esa ocasión el gran soberano para Maita: Por ser la primera mujer en hablar por un micrófono en la República Dominicana, más de 70 años de trayectoria en la televisión, teatro, comedia y la locución, abogamos porque María Cristina Camilo sea galardonada con el título de “La Gran Soberana”.

Ahora o nunca, este debe ser el año de su premio, para que lo disfrute en vida y la sociedad dominicana se regocije junto a ella.

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