Falta de imparcialidad periodística provoca desinformación en la población
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Desde los años de la década de los 70` escucho discutir sobre el concepto “objetividad” en el periodismo. Nunca han faltado quienes consideran que la objetividad periodística es inexistente, lo que no se corresponde con la verdad, pues cuando el comunicador se limita a describir y a narrar tal cual ocurren los acontecimientos no hay espacio para las consideraciones, los sentimientos ni las pasiones.
Si una mesa es verde y usted dice que es verde está describiendo la realidad, al igual que cuando señala que dos más dos equivale a cuatro. Lo que pasa es que la manipulación periodística, que se produce regularmente desde el mismo momento en que el reportero selecciona el hecho noticioso, está motivada, en ocasiones, en la parcialización, que suele confundirse con falta de objetividad.
¿Por qué el reportero selecciona ese hecho noticioso y no otro? Ahí podrían intervenir razones sociales, culturales, políticas, económicas, religiosas y de otro tipo.
Cuando un reportero entrevista a una fuente no todo lo que el entrevistado dice va para la noticia.
El periodista somete ese material informativo a un proceso de selección y combinación de características.
Ejemplo: el entrevistado habló sobre la selección de los miembros de la JCE, el coronavirus, la migración haitiana, la corrupción pública, la victoria de Joe Biden, la declaraciones juradas y la Cámara de Cuentas, el cambio climático y el daño del carbón mineral. Son siete temas, pero es posible que el redactor haya elaborado el trabajo basado en dos o tres temas o simplemente en uno solo.
¿Por qué lo hace? Puede haber mala intención, pero no siempre. En ese proceso entran aspectos a tomar en cuenta, como son la importancia –la cual es una característica de la noticia– y hasta razones de espacio cuando se trata de periódicos impresos o noticiarios televisivos, cuyas informaciones siempre son breves.
Sin embargo, hay que establecer que la imparcialidad no existe en ningún ser humano. Todos los sujetos tenemos sentimientos, pensamientos y pasiones, las cuales tratamos, muchas veces, de echar a un lado en procura del apego a la objetividad y a la profesionalidad, cualidades que garantizan prestigio y crédito público en cualquier área.
Cuando en el béisbol un árbitro canta out o safe regularmente ese llamado se corresponde a lo real en un 95%, indistintamente de lo él quisiera, porque por encima de todo está su profesionalidad. Y un árbitro es malo o bueno dependiendo de la certeza en sus decisiones. Algo parecido ocurre con los jueces, los cuales tienen que dictar veredictos en apego a lo establecido por las leyes.
En el periodismo es mucho más común el apartarse de la realidad. Ni decir de aquellos que abordamos el género opinión, el cual es subjetivo por excelencia, porque lo importante es nuestro criterio respecto a un tema de interés. Esas opiniones, empero, deben ser justificadas mediante argumentos, porque contrariamente nos tildan de apasionados, perdemos crédito y lectoría.
Lo escrito, escrito se queda. Admito haber escrito artículos contra personas, de los cuales me arrepiento muchas veces de su publicación. Es preferible optar por temas y no por personas, a las cuales está importantizando aun exprese términos negativos de las mismas.
La imparcialidad periodística es un mito, pero hay que procurar siempre apego a la profesionalidad, tratando de ser lo menos apasionado posible y no distorsionar acontecimientos.
Las mayores distorsiones y manipulaciones se producen en la televisión con las famosas ediciones de los videos, en los cuales se quita y se pone lo que el editor quiere, sacando muchas veces de contexto las palabras emitidas por la fuente, lo que constituye una vulgar manipulación y falta de ética en extremo. Lo lamentable es que el televidente cree lo que vio, porque fue en la televisión.
Los medios informativos están distribuidos en secciones. Si hay una sección con la cual los ejecutivos deben exhibir celos, en su misión de objetividad e imparcialidad, es en la informativa. Las informaciones deben ser cien por ciento veraces, para contribuir a tener una población bien informada, lo que es un imposible de lograr a través de las redes sociales.
En múltiples investigaciones José Antonio Mayobre Machado, comunicólogo venezolano, desenmascaró periódicos y cadenas informativas televisivas por la manipulación y parcialización en el tratamiento de los hechos noticiosos, lo que afectaba a la población venezolana.